El 15 de este mes, China anunció la conclusión del tendido de rieles a lo largo del ferrocarril Qinghai-Tíbet. Con la construcción del sector Golmud-Lhasa emprendida el 29 de junio de 2001, esta línea férrea mide una longitud total de 1.142 km y es el ferrocarril más elevado y que atraviesa mayor extensión de tierras congeladas en el mundo. Pasa tramos a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar por 960 km, con el punto más elevado a 5.072 metros sobre el nivel del mar, y cruza más de 550 km de tierras congeladas.
Este ferrocarril parece ser un camino milagroso que lleva al cielo. Pero en su construcción se topó con tres rompecabezas: tierras congeladas permanentes, sistema ecológico vulnerable y escasez de oxígeno en la altiplanicie. Por tanto, su conclusión conlleva un gran significado para la ciencia y la tecnología.
En el proceso de trabajo los constructores pusieron en primer plano al hombre y la convivencia armoniosa entre éste y la naturaleza. Gracias a las estaciones de servicio médico y socorro instaladas a lo largo de la línea y al tratamiento oportuno, ningún trabajador murió por enfermedad de altura. Ellos hicieron lo imposible para preservar cada árbol y hierba allí y tomaron muchas medidas para reducir al mínimo el impacto de la construcción en los animales silvestres y las tierras congeladas y, en especial, demarcaron pasos de libre mudanza a los antílopes tibetanos y otros animales preciosos. Se invirtieron hasta 1.100 millones de yuanes de uso directo para la protección ambiental, algo inaudito en la construcción de ferrocarriles de China.
La conclusión de la obra hizo realidad el sue?o de los chinos durante cien a?os por tener una vía férrea en Qinghai y el Tíbet y también demuestra de lo que son capaces la ciencia, la tecnología y la ingeniería de China. Es un símbolo de la fraternidad de las etnias del país, un puente dorado de felicidad y amistad entre los grupos étnicos de la altiplanicie y el área fronteriza y el pueblo del interior de la nación, así como una declaración hecha al mundo: “?China dijo adiós a la falta de ferrocarril en la última de sus provincias y regiones!” Ciertamente, el ferrocarril Qinghai-Tíbet es una Gran Muralla de acero levantada por los chinos de nuestros tiempos.
No cabe duda que la finalización de esta vía férrea en la toda línea traerá condiciones convenientes al desarrollo económico de la provincia de Qinghai y la región autónoma del Tíbet, sobre todo al sector de turismo. Es de esperar que las áreas adyacentes al ferrocarril, aventajadas en recursos turísticos, se conviertan en una franja de economía turística de categoría mundial.
El ferrocarril referido está localizado en la parte medular del oeste de China y la parte central de la meseta Qinghai-Tíbet, lugar donde nacen los ríos Yangtsé, Amarillo y Lancangjiang y apreciado como “tanque de agua de China”, y gracias a ello el “origen del Yangtsé” es probable que se convierta en un producto turístico de talla mundial. En la depresión Qaidam, una de las cuatro más extensas de China y laudada de “palangana de tesoros”, está el Qarhan, el lago de agua salobre más grande de Asia, sobre el cual se halla el puente de sal Wanzhan, número uno del mundo. En Qinghai y el Tíbet prevalece la cultura del budismo tibetano, con oficios religiosos espléndidos en el Monasterio Tar y el Palacio Potala, ambos de gran fama. El área de Hoh Xil es un paraíso de los animales preciosos de altiplanicie tales como el antílope tibetano. El pico Yuzhu es la base de monta?ismo más conveniente de China para los aficionados. El Nam Co es el lago de sal más elevado en el mundo, a 4.718 metros sobre el nivel del mar, y a la vez es el primero de los tres “l(fā)agos sagrados” del Tíbet. Por si ello fuese poco, en Qinghai y el Tíbet habitan en comunidad muchas etnias minoritarias, incluidas la tibetana, la hui y la tu, cuyas historias, artes, artesanías, folclores y fiestas son muy atractivos. Sin lugar a dudas, el ferrocarril Qinghai-Tíbet será un camino maravilloso sin parangón que lleva al cielo.
(20/10/2005, CIIC)